GEMINYS RADIO

Vistas a la página totales

miércoles, 8 de diciembre de 2010

LA MAYOR DEMANDA DE SEXISMO LABORAL

LA CORTE SUPREMA DE ESTADOS UNIDOS INTERVIENE EN UNA MEGACAUSA CONTRA WAL-MART
La mayor demanda por sexismo laboral
DIARIO PAGINA 12.- 07/12/2010.- El tribunal superior de ese país aceptó estudiar el caso de una acción colectiva contra la cadena de hipermercados. Un millón y medio de mujeres reclaman por la discriminación que sufren al ganar menos que los varones y no poder ascender.
 
La demanda colectiva más grande de la historia contra una empresa llegó ayer a la Corte Suprema de Justicia estadounidense. El máximo tribunal de ese país aceptó tratar el caso: alrededor de un millón quinientas mil empleadas y ex empleadas de la cadena de supermercados Wal-Mart reclaman cobrar como sus compañeros varones, quienes, según la denuncia, ganan más por hacer tareas idénticas y tienen prioridad en los ascensos laborales. El tema llegó a la Corte porque Wal-Mart, acusada de discriminación sexual, apeló un fallo anterior y busca frenar esta megacausa. De aceptarse la demanda colectiva, la empresa afrontaría un juicio por daños y perjuicios por más de mil millones de dólares.
La primera en alzar la voz fue Stephanie Odle, en 2001. La mujer trabajaba como asistente del gerente en una sucursal de San Francisco de la tienda de productos electrónicos, Sam’s Club, que pertenece a Wal-Mart. Se enteró de que habría una prueba para ascender a gerente para uno de sus tres compañeros. Ella no fue invitada. Luego supo que otro colega que trabajaba en su mismo puesto ganaba 23 mil dólares más que ella al año.
“Ese asistente tiene una familia y dos chicos que alimentar”, le dijo su jefe de distrito, cuando se fue a quejar. Odle retrucó: “Yo soy madre soltera y tengo que mantener un bebé de seis meses”. No hubo aumento ni ascenso. Odle fue despedida luego de iniciar el juicio. Al conocerse su caso, otras seis mujeres que trabajaban y trabajan en esa empresa, todas en filiales del estado de California, decidieron sumarse a la demanda, conocida como “Dukes versus Wal-Mart”.
Entre las siete, el caso de Betty Dukes resultó el más convincente. Ella trabaja desde 1994 como recepcionista en Wal-Mart en Pittsburg y sigue en el mismo puesto. Nunca le ofrecieron un ascenso; hasta el día que se presentó en tribunales no le habían aumentado el sueldo: durante nueve años cobró 8,44 dólares por hora. Wal-Mart fue denunciado en Estados Unidos y en otros países, entre ellos Argentina, por impedir cualquier tipo de actividad sindical. Dukes no renunció, dijo hace poco, porque le costaría mucho conseguir otro trabajo, luego de boom mediático del caso.
En 2007, en primera instancia, un juez federal autorizó a las siete demandantes a representar en su nombre a la totalidad de las empleadas de Wal-Mart, con 3400 locales en Estados Unidos, desde diciembre de 1998. Esta decisión, que involucra a un millón y medio de personas, fue confirmada en abril pasado por el Tribunal de Apelaciones de San Francisco (por una ajustada mayoría de 6 votos contra 5) y es actualmente apelada por Wal-Mart ante la Suprema Corte, que aceptará o rechazará la demanda colectiva a mediados del año que viene.
En las primeras audiencias, las demandantes argumentaron que la discriminación era sistemática: las mujeres de todos los locales cobraban entre un cinco y quince por ciento menos que los hombres por tareas similares. También se conocieron diálogos que muestran el sexismo en la compañía. Consta, en la resolución del juzgado federal, que un gerente le dijo a una empleada que reclamaba participar de las pruebas para los ascensos: “Los hombres están acá para hacer carrera y las mujeres no. Las vendedoras son amas de casa que sólo necesitan ganar dinero extra”.
La empresa, que se jacta de ser el mayor empleador privado en todos los Estados Unidos, se defendió argumentando que las situaciones de las demandantes son “demasiado diversas y se debe proceder en demandas individuales”. Desde Wal-Mart también hicieron la siguiente comparación sobre la cantidad de demandantes: “Es tan grande como el personal activo del Ejército, la Armada, las Fuerzas Aéreas, los Marines y la Guardia Costera sumada. Es demasiado grande para poder ser contada”.
Theodore Boutrous, abogado de Wal-Mart, aseguró: “El conflicto y la confusión en las normas de la demanda colectiva es perjudicial para todos, empleados, empleadores y empresas de cualquier tipo y tamaño y también para el sistema de justicia civil. Esto está excediendo asuntos importantes que van mucho más allá de este caso particular”. Las demandas colectivas en Estados Unidos facilitaron a grandes grupos de personas a enfrentar a las corporaciones y consiguieron fallos favorables, y grandes pagos, tras enjuiciar a compañías de tabaco, petróleo y comida.
La apelación de Wal-Mart fue apoyada por la Cámara de Comercio estadounidense y megaempresas como la tabacalera Altria Group, Microsoft Corp. y Intel Corp. Odle, la primera denunciante, supo enseguida lo que implicaba enfrentar los intereses corporativos. Tras ser despedida de Sam’s Club pasó por la cadena de indumentaria Old Navy y el correo aéreo. En ambos lugares recibió presiones para irse, luego de sus apariciones en televisión en las que criticaba a Wal-Mart. Lo mismo le pasó después, cuando trabajó en una empresa de embutidos. Ahora puso una tienda de venta de comida para llevar y considera que es lo mejor: “Al menos nadie puede despedirme”.
Las denuncias en Argentina
La socióloga Paula Abal Medina investigó entre 2001 y 2005 la política antigremial de Wal-Mart en Argentina. Y en sus últimas entrevistas con empleados y empleadas de esta cadena se enteró de la influencia que había tenido el reclamo por discriminación sexual que había en Estados Unidos. “Empezaron a priorizar a los varones a la hora de contratar empleados. Tuvo mucho que ver lo del juicio, pero también el tema de las licencias por maternidad”, dijo la investigadora del Conicet.
“En Wal-Mart todo está tasado, estudiado y definido en base a la relación costo-beneficio. Pero ante los reclamos se volvieron cada vez menos burdos en el trato. En el caso de las condiciones laborales, tuvieron que cuidar su imagen. Hace poco los afiliados al sindicato denunciaron que los dejaban afuera de los premios que se daban a los empleados y enseguida incluyeron a algunos para evitar problemas. No hacen nada por propia iniciativa, eso está claro”, dijo Abal Medina.
Según la socióloga, cualquier política de la empresa por más intrascendente que parezca está vinculada a un tema de fondo. “Prevén hasta los juicios, aunque parece que la discriminación por género se les fue de las manos”, comentó. En su estudio se denuncia cómo la empresa investigaba a los aspirantes, descartándolos en caso de que hubieran participado en marchas estudiantiles o se hubieran afiliado a un sindicato, entre otras actividades.

No hay comentarios.: